sábado, 11 de julio de 2009

Cuando la tristeza es más que un momento

Todos en algún momento de nuestras vidas nos hemos sentido tristes.
Al igual que los momentos de alegría, los momentos de enojo y tristeza son parte común de nuestro desarrollo como seres humanos.
Es válido sentirse triste y preocupado por ciertas situaciones y eventos en nuestras vidas.
Sin embargo, ¿qué hacer cuando la tristeza toma proporciones cada vez mayores y frecuentes en nuestras vidas?
Nadie se levanta diciendo "Hoy quiero sentirme mal" pero ciertos eventos en nuestra vida pueden ser aún sin darnos cuenta el detonador para que poco a poco y en silencio la tristeza se convierta en un discreto compañero de cuarto, de vida.
¿Qué hacer cuando la tristeza es más que un momento?

En momentos así uno quisiera recibir muchos abrazos. Quisiera que casi magicamente la gente detectara que estamos tristes. Quisieras que alguien se tomara unos minutos para decirte "Aquí estoy. Cuéntame"
Curiosamente parece que es cuando menos logramos tener empatía y simpatía con la gente.
Un equivocado pensamiento comienza a hacerse cada vez más grande y dice a nuestra mente que es mejor estar solos y que no tenemos solución. No hay salida ni escapatoria.
La depresión es capáz de afectarnos no solo mental sino emocional y hasta físicamente.
Dejamos de comer. Dejamos de dormir. Comienzan las malpasadas. Comienzan los desagradables momentos de estar echado en la cama sin dormir y al mismo tiempo sin quererse levantar.
Una parte en la mente de la persona deprimida le dice que se levante, que todo estará bien.
Al mismo tiempo otra parte comienza a hacer énfasis en todo aquello que no está bien justo ahora y que no ha estado bien desde tiempo atrás.
La crisis emocional es tan fuerte que no solo pierde uno amigos sino empleos incluso.
Pero peor aún es perderse así mismo. Extraviarse emocionalmente y perder la emoción por vivir deseando en muchas ocasiones la misma muerte incluso.

¿Qué eventos pueden ser tan fuertes como para detonar una depresión?
De acuerdo a una de las más recientes encuestas de la OMS los eventos más frecuentemente asociados con la aparición de depresiones en las personas son
1. Terminar con su pareja (noviazgos o matrimonios)
2. Perder el empleo y contraer fuertes deudas monetarias
3. Vivir maltrato psicológico en su relación de pareja
4. Vivir maltrato físico en su relación de pareja
5. La muerte de un familiar
6. Sufrir enfermedades terminales o incapacitantes como cancer, sida, etc
7. Sufrir accidentes que los dejen paralizados e imposibilitados fisicamente
8. Dedicarse a una actividad que no se desea realmente

En México, como quizás en toda américa latina, no existe suficiente información entre la población promedio acerca de cómo identificar estados depresivos y más aún cómo tener acceso a programas e instituciones de recuperación. Aunque los medios de información nos saturan con malas noticias de secuestros, crisis económica, sexo, pasión, cómo ser asesinos, violaciones, corruptelas de políticos y funcionarios, téstimonios de mujeres maltratadas y demás lamentablemente pocas veces se habla de cómo encontrar salida a semejantes problemas o situaciones. Los niños y jóvenes crecen con semejante bombardeo que no es raro oirles decir "No tendré hijos ¿para que los traigo a sufrir?"

Muchas personas presienten o se imaginan que su tristeza se ha convertido en algo más que un momento pasajero y cada vez se sienten más hundidas pero no saben cómo confirmarlo y más aún cómo encontrar salida a ese estado. Todos sabemos que acudir a un psicólogo oficial implica fuertes sumas de dinero. Seamos honestos: Los psicólogos al igual que los doctores son profesionales cuyas carreras son necesarias y al mismo tiempo caras.
Muchas mújeres maltratadas por sus esposos son frecuentemente limitadas acerca del dinero de modo que apenas logran hacer la comida y sobrellevar los gastos de la casa. Ahorrar para ellas es una opción si están pensando liberarse de esas relaciones nocivas. Acudir a una consulta semanal de $200.00 pesos o más simplemente no es opción.
Lo mismo sucede con personas en situaciones donde no le es posible (aún teniendo el dinero) alejarse de sus entornos de una manera sencilla. Las personas bajo depresión suelen alejarse de su familia y amigos por un fuerte sentimiento de culpa (aprendido o resultante del problema). Es la culpa sin duda alguna el combustible de la depresión.
Aunque lo desean internamente les cuesta trabajo vulnerarse con sus familiares y amigos así que es poco probable que acudan a visitar

Es aquí cuando una sencilla pero poderosa llamada telefónica es la mejor solución.
¿Sabías que en México existe un sistema de apoyo psicológico vía telefónica y además gratuito?
Si, ese servicio se llama SAPTEL (Sistema de Asesoría Psicológica Telefónica).
Simplemente marca (desde el D.F.) al número 52598121 o al 01800-4727835 (desde el interior de la República) y un asesor tomará tu llamada y, si te lo permites, te escuchará atentamente e igualmente si te das la oportunidad podrás ir recibiendo la asesoría para ver y encontrar la salida a ese momento de tristeza.

Yo mismo soy un téstimonio de los resultados de tomar la voluntad y hacer una aparentemente "insignificante" llamada a SAPTEL.
Viví una experiencia que me mantuvo en constante depresión durante 3 años completos.
Aunque al inicio quise minimizar y disimular mi situación de pronto me encontraba ya en medio de la culpa, la tristeza y lo que yo llamo "haberme extraviado a mi mismo".
Reaccionaba y reaccionaba. No vivía. En realidad sobrevivía.
Perdí un empleo por causa de mi fuerte depresión. Me alejé equivocadamente de mi familia y amigos y de pronto me sentí sin salida, sin soluciones. Pensé que yo era la única persona con semejante problema. Busqué información de apoyo psicológico en clínicas pero los precios eran altos y en ese momento de hecho no tenía empleo así que era dificil destinar el dinero a esas consultas.

Un día buscando en Internet por la palabra "apoyo psicológico" encontré el link de SAPTEL.
http://www.saptel.org.mx/
La verdad me dio mucho gusto saber que existía algo así.
Anoté el número y aunque no llamé al instante lo mantuve en mi cartera guardado.
Pasaron unos días y llamé por primera vez. Admito que fue tan dificil explicarme, compartir mi problema con un "extraño" a quien ni siquiera podía ver. Pero tal era mi necesidad de encontrar quizá como tú lo estás en este momento al leer este artículo que, aunque me daban ganas de colgar y decir "vamos, esto no va a funcionar" seguí abriendo mi alma en esa llamada.
La persona que me atendió me escuchó en medio de mis lágrimas que ya no pude contener y finalmente me generó un expediente. Me dijo que llamara al día siguiente y que todo iba a estar bien.
La depresión me siguió golpeando y al día siguiente por varias causas no llamé.
Pasó casi una semana y aunque sentía que no iba a funcionar decidí volver a llamar.
Como en la primera llamada no tomé nota de mi número de expediente ni del nombre del asesor tuve que volver a empezar desde el inicio con el asesor que tomó la llamada.
Admito que el segundo asesor fue menos amable que el primero y decidí mejor colgar la llamada mientras dentro de mi decía "¿Ya ves? Esto ni sirve. ¿Cómo les va a importar la vida de alguien que ni conocen?"
Pero le pedí a Dios que si esa era la forma de que yo podría recibir apoyo me pusiera al asesor correcto. No vi luces, ni oí voces.
Pasó una semana completa y en medio de otra fuerte crisis volví a llamar.
Esta ocasión una asesora de nombre "Melina" (a quien por cierto nunca le pregunté su apellido) me atendió. Yo estaba en un momento fuertemente depresivo y me dio más pena saber que mi asesora era una mujer. Y no por macho pero tal vez por arquetipos me sentía demasiado vulnerable. A pesar de todo, decidí seguir abriendo mi alma y "Melina" me escuchó atentamente durante las casi 2 horas que estuve por fin vaciando mi tristeza al teléfono.
Esa tercera llamada fue el inicio de un proceso de recuperación emocional y psicológica que no olvidaré y por el cual agradezco a Dios y desde luego a "Melina".

Poco a poco, llamada tras llamada (una a la semana), acompañando mis sesiones telefónicas con lectura de libros relacionados con el problema que tenía en ese momento fuí encontrando soluciones y sobre todo pude re-encontrarme a mi mismo.
Encontré un empleo por el cual bendigo a Dios.
Recuperé poco a poco a mis amigos y encontré a otros nuevos.
Volví a ser y hacer lo que me gusta.
Encontré la fuerza para seguir descubriendo la belleza de la vida aún en medio de problemas.
Y todo comenzó con la voluntad y la continuidad de hacer una "sencilla" llamada.

Hoy sigo teniendo problemas. En ocasiones puedo sentirme triste también.
Pero recuerdo algo: Mi vida no volverá a ser igual nunca más.

Si tú o alguien que conoces tiene fuertes problemas de depresión, culpa y desórdenes emocionales y quieres apoyarle comparte con él o ella un sencillo número.
Si te es posible marca tú el número y dile al asesor que un amigo o amiga necesita que lo escuchen y dale la bocina ahora para que esa persona que quieres apoyar de los siguientes pasos.

Ojalá en la TV y en el Radio hicieran tanta publicidad a estos sistemas de apoyo como lo hacen con los partidos de la selección o cosas triviales. Pero no lo hacen y está bien. Comparto yo mi experiencia y a este blog para aquellos que quieran y estén buscando una salida donde parece que no la hay. Busca dentro de ti mismo y aunque parece que no hay nada, haz un esfuerzo pequeño y marca el número. Dios se encargará, si se lo permites también, del resto.
SAPTEL: 52598121 o al 01800-4727835
http://www.saptel.org.mx/

Otros enlaces de interés:
http://psicologiaparatihoy.blogspot.com/
http://www.tododepresion.com/index.html

Dedicado con respeto a esos anónimos pero enormemente humanos y profesionales de SAPTEL como "Melina"
¡Gracias!

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