Aunque los fariseos políticos
(que nunca velan por la aplicación de la Ley para con el inocente y el
beneficio social común sino solo de particulares, empresarios y sí mismos) se
rasgan vestiduras ante el crecimiento y presencia de las autodefensas y
policías comunitarias aludiendo al artículo 17 Constitucional en su párrafo 1,
olvidan esos mismos que la misma Constitución Mexicana señala ANTES que
cualquier otra ley lo siguiente en el Título primero, Capítulo 1, Artículo 1:
“En los Estados Unidos Mexicanos todas las personas gozarán de los derechos
humanos reconocidos en esta Constitución y en los tratados internacionales de los
que el Estado Mexicano sea parte, así como de las garantías para su protección,
cuyo ejercicio no podrá restringirse ni suspenderse, salvo en los casos y bajo
las condiciones que esta Constitución establece.
Las normas relativas a los derechos humanos se interpretarán de conformidad
con esta Constitución y con los tratados internacionales de la materia
favoreciendo en todo tiempo a las personas la protección más amplia.
Todas las autoridades, en el ámbito de sus competencias, tienen la OBLIGACION
de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos de
conformidad con los principios de universalidad, interdependencia,
indivisibilidad y progresividad. En consecuencia, el Estado deberá prevenir,
investigar, sancionar y reparar las violaciones a los derechos humanos, en los
términos que establezca la ley.
Está prohibida la esclavitud en los Estados Unidos Mexicanos. Los esclavos
del extranjero que entren al territorio nacional alcanzarán, por este solo
hecho, su libertad y la protección de las leyes.
Queda prohibida toda discriminación motivada por origen étnico o nacional,
el género, la edad, las discapacidades, la condición social, las condiciones de salud, la
religión, las opiniones, las preferencias sexuales, el estado civil o cualquier
otra que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o
menoscabar los derechos y libertades de las personas.”
Esos mismos políticos y
“analistas” (cómodamente sentados en un escritorio forrado de piel viviendo en
zonas lujosas y seguras de la capital) pasan de largo la realidad que es bien
conocida y permanente desde hace años enteros en las zonas rurales donde la
gente es humilde, incluso pobre y no tiene seguros de gastos mayores, ni
Internet y peor aún, viven en casas de cartón, madera y frío cemento sin
servicios básicos u ordenados a expensas de lo que caciques, policías y empresarios
corruptos (nacionales y extranjeros), burocracia institucional y de paso,
extorsiones, secuestros, asesinatos de grupos armados conocidos que violan abiertamente todos los incisos señalados en el artículo ya visto.
Tal vez se puede uno
“acostumbrar” a no tener lo que otros por causas sociales tienen, a no comer
bien e incluso al estilo de Gobierno de cada sexenio pero es muy difícil
acostumbrarse a perder en medio de la total impunidad las pocas propiedades y
dinero que se poseen y sobre todo familia, amigos y la paz del día a día en
medio de un ambiente de terror e incertidumbre.
Como siempre, son aquellos que
menos tienen y aquellos a quienes los citadinos despectiva y cómodamente
llamamos (todavía en pleno siglo 21) “indios”, “nacos”, “rancheros” quienes
tienen el valor de no solo estar opinando y diciendo sino de actuar.
La Constitución Mexicana
establece también en su Artículo Segundo lo siguiente respecto de los Pueblos
Indígenas hermanos:
“La Nación tiene una composición
pluricultural sustentada originalmente en sus pueblos indígenas que son
aquellos que descienden de poblaciones que habitaban en el territorio actual
del país al iniciarse la colonización y que conservan sus propias instituciones
sociales, económicas, culturales y políticas, o parte de ellas. La conciencia de su identidad
indígena deberá ser criterio fundamental para determinar a quiénes se aplican
las disposiciones sobre pueblos indígenas. Son comunidades integrantes de
un pueblo indígena, aquellas que formen una unidad social, económica y
cultural, asentadas en un territorio y que reconocen autoridades propias de
acuerdo con sus usos y costumbres.
El derecho de los pueblos indígenas a la libre determinación se ejercerá en un marco constitucional de autonomía que asegure la unidad nacional. El reconocimiento de los pueblos y comunidades indígenas se hará en las constituciones y leyes de las entidades federativas, las que deberán tomar en cuenta, además de los principios generales establecidos en los párrafos anteriores de este artículo, criterios etnolingüísticos y de asentamiento físico.
A.
Esta Constitución reconoce y garantiza el derecho de los pueblos y las comunidades indígenas a la libre determinación y, en consecuencia, a la autonomía para:
I.
El derecho de los pueblos indígenas a la libre determinación se ejercerá en un marco constitucional de autonomía que asegure la unidad nacional. El reconocimiento de los pueblos y comunidades indígenas se hará en las constituciones y leyes de las entidades federativas, las que deberán tomar en cuenta, además de los principios generales establecidos en los párrafos anteriores de este artículo, criterios etnolingüísticos y de asentamiento físico.
A.
Esta Constitución reconoce y garantiza el derecho de los pueblos y las comunidades indígenas a la libre determinación y, en consecuencia, a la autonomía para:
I.
Decidir sus formas internas de
convivencia y organización social, económica, política y cultural.
II.
Aplicar sus propios sistemas normativos en la regulación y solución de sus conflictos internos, sujetándose a los principios generales de esta Constitución, respetando las garantías individuales, los derechos humanos y, de manera relevante, la dignidad e integridad de las mujeres. La ley establecerá los casos y procedimientos de validación por los jueces o tribunales correspondientes.
III.
Elegir de acuerdo con sus normas, procedimientos y prácticas tradicionales, a las autoridades o representantes para el ejercicio de sus formas propias de gobierno interno, garantizando la participación de las mujeres en condiciones de equidad frente a los varones, en un marco que respete el pacto federal y la soberanía de los estados.”
II.
Aplicar sus propios sistemas normativos en la regulación y solución de sus conflictos internos, sujetándose a los principios generales de esta Constitución, respetando las garantías individuales, los derechos humanos y, de manera relevante, la dignidad e integridad de las mujeres. La ley establecerá los casos y procedimientos de validación por los jueces o tribunales correspondientes.
III.
Elegir de acuerdo con sus normas, procedimientos y prácticas tradicionales, a las autoridades o representantes para el ejercicio de sus formas propias de gobierno interno, garantizando la participación de las mujeres en condiciones de equidad frente a los varones, en un marco que respete el pacto federal y la soberanía de los estados.”
La misma Constitución Mexicana
establece en su artículo 87 el artículo de juramento que todos los Presidente
de la Nación hacen y deben hacer al momento de recibir la investidura
presidencial. Dicho juramento lo hacen ante el Congreso como Representante de la
Nación toda a la cual se someten para servir. Dicho juramento incluye la
conocida sección: “Y si así no lo hiciera, que la Nación me lo demande”.
No se trata de atacar a un
partido o persona particular sino señalar que ante la evidente omisión e
incapacidad de quienes han estado y están en el poder y facultad de servir y
proteger a la nación, la nación desde luego debe despojarse de paternalismos
políticos y actuar dentro del marco no solo nacionalmente legal sino además,
inherente al Derecho Internacional y universal de los seres humanos: Preservar
su vida y su dignidad.
Aunque ciertamente del río
revuelto muchos pueden tomar ventaja, es responsabilidad y deber de la nación
misma velar porque no sucedan los excesos. Los ciudadanos debemos dejar de juzgar
el libro solo por la portada en base a las emociones y primeras impresiones
(que los noticieros se encargan de enfatizar y promover mediáticamente
desinformando a la población) sino en base al entero contexto histórico y
social de una situación. Es como rasgar vestiduras por la mujer en esa esquina
que ofrece sus servicios sexuales al mejor postor señalándola, creando toda
clase de sospechas y juicios contra ella sin conocer TODO lo que está detrás de
ese más visible hecho.
No se trata de promover la ley
de la selva, el “ojo por ojo”, ni un levantamiento emocional en armas solo para
presumir de “justicieros”. Se trata de que los ciudadanos dejemos de estar
echando toda la responsabilidad de la aplicación de la justicia en los
Gobiernos y de la información en los Noticieros. Se trata de informarse, de
organizarse, de buscar la real aplicación de la Ley y la Justicia. De ponernos
en los zapatos del que sufre, del que ha perdido a sus hijos, a sus padres, sus
casas, sus propiedades, sus ahorros y su dignidad a manos de gente corrupta,
cruel, insensible. A veces vestida de negro, enmascarada. Otras veces vestida
de policías, soldados y hasta trajes y corbatas.
Se trata de no solo levantar los
hombros y decir “Si, pues…así es México”
Mientras esos fariseos políticos
y sus cómplices conductores de noticieros o columnistas editoriales enfatizan
en la punta del iceberg aludiendo a la “legalidad”, “la ley” y la “paz” somos
los ciudadanos, políticos, policías, soldados, empresarios e intelectuales
sinceros los que debemos poner la lupa en las causas de raíz. En la causas, no
solo en las consecuencias.
¿Qué está fallando en nuestros
sistemas de Gobierno que se da pie a que el Pueblo tenga que tomar la decisión
de defenderse por sus propios medios?
¿Qué intereses ocultos
nacionales e internacionales salen beneficiados de la compra de armas,
municiones, accesorios, tecnología y demás detrás de los grupos armados
(civiles y criminales)?
¿Qué estamos haciendo o dejando
de hacer los ciudadanos en general para promover una Nación desigual, enferma
moral y socialmente?
¿Qué resultados reales trae el
desarme del pueblo si los criminales siguen impunes, prófugos y al acecho de
las comunidades debido a la falta de vacíos legales y programas serios de
protección ciudadana al largo plazo?
La violencia engendra violencia
es verdad.
Nuestros Gobernantes no pueden
seguir manteniendo una política de “combate”, “guerra” y “lucha” en la más
primitiva y física extensión de la palabra contra la delincuencia sin atacar
las otras columnas que sostienen a cualquier grupo criminal: Sus fuentes de
ingresos, sus cuentas bancarias y además, sin la adecuada y real aplicación de
justicia y sanción.
Hasta el mismo Sun Tzu establece
que el verdadero arte de ganar una guerra, una confrontación es precisamente
evitándola. Vencer al enemigo es cuestión de estrategia más que de embate
físico y frontal e incluso de recursos bélicos.
Los Estados Unidos lo saben: Las
últimas guerras del siglo moderno (provocadas, estimuladas o financiadas
incluso por ellos –incluido nuestro México-) no han requerido en muchos casos
la presencia física de sus tropas. Logran magistralmente que sus objetivos se
ataquen entre ellos, se dividan, consuman sus recursos y se desgasten llegando
a la final meta: La rendición, el sometimiento.
En México no es asunto de
proyectar más presupuesto a la compra de armas, tecnología y cámaras de
seguridad lo que asegura tranquilidad de su población si primero no se tiene
una estrategia clara y a nivel mental, emocional y administrativo que sustente
las acciones físicas.
Salir corriendo a desarmar al
pueblo organizado (realmente por temor a una rebelión social al corto y mediano
plazo más que por temor a los grupos criminales) mientras se sigue manteniendo
una actitud reactiva, desorganizada e incluso coludida ante la delincuencia
solo refleja un estado desesperado de mente y corazón.
Criminalizar y señalar al pueblo
armado pero principalmente ORGANIZADO (de hecho mucho mejor y con menos
recursos financieros y bélicos) solo porque deja ver que el Estado de Derecho
manifiesta enormes grietas y agujeros ya inocultables resulta cobarde,
innecesario y por demás mal enfocado. Venga de parte de autoridades o
ciudadanos.
“¿De dónde sacan las armas?”
“¿Quien los financia?”
“¿Quien los entrena?”
“¿Cómo sabemos que son <buenos>?”
son seguramente las mismas preguntas que se hicieron en el D.F. cuando supieron que Zapata y Villa lideraban a cientos de mexicanos cansados de pobreza y marginación.
“¿Quien los financia?”
“¿Quien los entrena?”
“¿Cómo sabemos que son <buenos>?”
son seguramente las mismas preguntas que se hicieron en el D.F. cuando supieron que Zapata y Villa lideraban a cientos de mexicanos cansados de pobreza y marginación.
Por fortuna, no existía aún
Televisa o de lo contrario, tendríamos una entrevista editada y falseada de
López Dóriga con Zapata.
De nuevo se confirma que el
paternalismo político aprendido a lo largo de los años sigue inyectado en las
venas de nuestro bofo nacionalismo que solo sabe quejarse, demandar soluciones
y culpar a los demás pero esconde bajo una cara de “civilidad”, “modernidad” y
“democracia” el miedo a perder su estabilidad y sacrificar tiempo, dinero y
esfuerzo pese a que un grueso de la población se queja y lamenta públicamente
de sus políticos, de sus impuestos, de sus corruptelas y sus formas de
gobernar.
Los ciudadanos dicen querer
“cambios” pero les temen una vez que estos comienzan a manifestarse o cuando
tienen forma violenta o incómoda de
suceder. Entonces, hacemos pausas y largas reflexiones sin conclusión;
atemorizados y temerosos de los costos implícitos pasando de largo el beneficio
de las consecuencias finales.
Entonces, los ciudadanos
promedio renuncian a la verdadera libertad a cambio de la idea de cómo pueda
ser esta si se le alcanzara.
En la libertad como en el
dinero, abandonamos si hay que sudar, si eso nos cuesta comodidades de corto
plazo.
Aplaudimos que en Grecia o en
Egipto la población civil salga a las calles y sus niños, ancianos, mujeres
salgan y se rebelen contra imposiciones gubernamentales o criminales que los
dejan sin trabajo y dignidad pero nos atemoriza que eso suceda donde vivimos. Y
donde vivimos las mismas cosas además.
No es ningún secreto tampoco que
una parte de los grupos llamados “defensas” son en realidad grupos
paramilitares con permiso oficial para desarticular grupos armados de índole
criminal o civil. Es conocida la estrategia o “Plan Naranjo” que regresó a
México a los años 70 con aprobación del Revolucionario Institucional aunque
recientemente HRW se dio a la tarea de defender extrañamente la figura de
Naranjo
Tampoco es secreto que en el río
revuelto, grupos armados contrarios se han hecho pasar por “defensas” para
invadir territorios de su competencia que de otra manera les hubiera tomado más
tiempo, balas y vidas.
Son aquellos que han perdido
realmente todo o a quienes amaban completamente quienes saben que no pueden
seguir perdiendo más y desde el fondo de su más sincero miedo, surge
precisamente su valentía. Claro, hablo ahora de las GENUINAS auto-defensas y
policías comunitarias que siguen siendo compuestas por humanos, propensos a
equivocarse, a ser manipulados, a violentarse, a inflarse y volver el mismo
monstruo que hoy combaten pero eso depende de un trabajo coordinado entre las
Autoridades y la Ciudadanía del resto del país.
Pedirle a los ciudadanos que
abandonen y dejen las armas solo porque se ha realizado un magno operativo (el
tercero luego de 2 previos sin ningún resultado más allá de los discursos
oficiales) y ya hay soldados y policías en las calles es caer en el mismo
argumento que dio inició a 13 años de muerte y sangre: “Para que la droga no
llegue a tus hijos” pese a que la droga sigue llegando y los grupos criminales
tomaron control como nunca antes en la historia de México de más del 70% de su
territorio.
Evidentemente durante poco más
de 13 años, más que un partido o una persona, las diferentes estructuras que
componen esto que llamamos Gobierno de México no han sido capaces de lidiar con
esto. La desconfianza civil es predecible y, como vimos al inicio de esta
reflexión, incluso Constitucional (“…que la Nación me lo demande.”)
Empezando desde Cherán hasta
Apatzingan, estos grupos que dijeron “basta” al crimen y funcionarios corruptos
nos dan justo la misma lección que nos dieron las “Adelitas” y los caudillos
del 1910 que tanto decimos celebrar con orgullo cada 15 de septiembre :
El pueblo unido, jamás será
vencido (con o sin el uso de armas)
Lecturas adicionales recomendadas:
http://aristeguinoticias.com/1501/mexico/5-frases-de-mireles-distintas-a-lo-que-transmitio-televisa/
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