lunes, 10 de febrero de 2014

Cuando no puedes con el enemigo...

Una de las cosas más sorprendentes del cerebro humano es su enorme capacidad de adaptabilidad, su moldeamiento, su capacidad de procesar los eventos que suceden en torno suyo.

Psicólogos y psiquiatras están de acuerdo en señalar que el cerebro humano no obstante, cuenta con un tope en su enorme radio de procesamiento. Es lo que se conoce como "punto de quiebre". Es decir, como han señalado importantes estudiosos (Zimbardo me parece uno de los más acertados), el cerebro tiene un limite de resistencia ante aquello que no puede seguir procesando. Luego entonces, sucede el shock, el trauma.

La personalidad llega a su punto de tensión más alto y entonces solo se presentan pocos caminos: La resignación impávida, la adaptación activa o la demencia.

En nuestro país (y lo digo con mucha tristeza) hemos alcanzado ya creo los 3 escenarios casi a la par. Clinicamente hablando no es de extrañarse. Luego de más de 10 años de estar expuestos a muertes, decapitaciones, extorsiones y una marejada de asesinatos reportados, documentados y sucedidos las 24 horas en radio, TV, Internet y medios impresos, la mente de mi nación parece estar mostrando síntomas de shock: Comienza a llamar bueno a lo malo y a lo malo llama bueno.

Apenas hace unos años allá por el 2004, la nación entera se horrorizó cuando los primeros videos de salvajes ejecuciones fueron dados a conocer en conocido blog que hoy no existe pero que en México fue referente de información. Gente de todos los niveles socioeconómicos no pudo disimular su terror y rechazo a esas muestras de violencia. El ciudadano promedio tanto en la ciudad como en el interior del país mostraba un rechazo absoluto a la forma de vida y prácticas de los grupos armados.

El pasado 2 de febrero de 2014 (10 años después), hemos sido téstigos de una increible transformación de la mente y psique social en México. Con un lleno total, en un espacio gubernamental y en un ambiente supuestamente "blindado" de "seguridad" (entre militares y federales) sucedió lo igualmente increible: Un concierto donde la gente bailó, cantó e hizo fiesta en pro de un grupo criminal y varios "artistas" que cantaron canciones donde se incita a la muerte, a la violencia y a la aceptación de un grupo armado.

Disfrazados de "comandos" e inclusive haciendo mofa de los militares, estos "artistas" lograron "ambientar" a un público que no se cansó de beber cerveza, bailar, gritar y hasta consumir droga en medio de tal "concierto". Todo esto, confirmado, ante el cobijo del Gobierno Estatal y sin mayor inconveniente de las fuerzas del orden ahí cercanas.


Tal vez por el calor de la cerveza y la droga, los vocalistas de los diversos grupos se envalentonaron y hasta decían estar dispuestos a ser decapitados con tal de pasar un buen momento como ese.
A otros "artistas" los mataron por menos pero estos, en el centro de mando de uno de los grupos armados de más control en la zona, estos tomaron valor y dijeron lo que poco menos de 10 años otros no se hubieran atrevido a decir. Los oyera quien los oyera.

Promovidos, protegidos y financiados, puede medio comprenderse que estos "artistas" digan y hagan cosas que emulen o den el mensaje que quienes los promueven buscan transmitir. Pero ¿cómo explicar la respuesta del público? ¿cómo explicar que el ciudadano promedio acuda a estos espectáculos a cambio de cerveza y "diversión"? ¿cómo explicar que la misma ciudadanía que tarde que temprano se ve afectada por las mismas cosas que una noche alaban, esa misma promueve con su aceptación más de lo mismo?

Los "artistas" gruperos modernos que cantan y exaltan la narco-cultura son ya especie de raperos gangsta que no dudan en presumir de lo violentos, agresivos y poderosos que son. Rodeados de despampanentes mujeres en bikini o de pronunciadas curvas, hacen alarde de autos y mansiones que pocas veces podrían adquirirse con un salario mínimo mensual. Pero en la letra, el segundo mensaje se impregna en la mente del oyente: Muerte, violencia, droga y una supuesta superioridad.


Burla y cinismo son apenas dos palabras que vienen a la mente cuando estos "artistas" invocan a grupos armados vestidos de comandos y militares mostrando además armas en el escenario mientras las "autoridades" minimizan lo sucedido y las fuerzas del orden incluso vigilan a las afueras y alrededor de la zona del concierto.

Ceguera y demencia son apenas dos palabras que vienen a la mente cuando las sociedades aceptan, promueven y solicitan precisamente aquello que tanto mal les trae a ellos, a sus hijos, a sus familias y las futuras generaciones.

Si acaso pensar que si no puedes con el enemigo lo mejor es unirse a él como la mejor solución, se confirma que en México hemos alcanzado un nivel profundo y preocupante de una psique colectiva dañada, y sin dudarlo, enferma. Esos grupos y "artistas" no son sino solo la proyección manifiesta de la mente y sentimiento de ya gran parte de la población nacional. Algo realmente lamentable.
De más hablar de la colusión de autoridades que dan un doble discurso de combate al crimen por un lado, y de patrocinio al mismo por el otro.

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