Personalmente creo que en México, dado nuestro contexto sobre todo político, la renuncia de Peña Nieto no crearía ninguna diferencia en términos generales.
Antes de que alguien se me lance llamándome "Peñabot" aclaro que soy 100% apartidista. No creo en ningún partido político.
Tal vez estoy mal pero creo que a mediano y largo plazo la renuncia de Peña no solucionaría el problema de fondo porque el sistema detrás de él permanecería.
No tengo nada personal contra el actual Presidente pues él es solo un símbolo. Lo ha sido desde el inicio. Él solo representa al sistema que lo sustenta.
Y todos sabemos que ese sistema que lo sustenta es ávido en el manejo de muchas cosas cuya experiencia se respalda por más de 70 años.
En la historia de México algunos Presidentes han presentado su renuncia hasta donde sé: Francisco I. Madero y José María Pinosuarez.
Ambos lo hicieron, más que por presión o voluntad social, por la enorme presión que el Dictador Victoriano Huerta y un grupo de enemigos políticos hicieran. Terminaron finalmente asesinados luego de su renuncia. No los asesinó el pueblo: Fueron sus enemigos políticos.
Porfirio Díaz no renunció no por voluntad popular sino por decisión personal: Estaba enfermo, cansado. Él mismo se exilió.
La única renuncia que me parece realmente genuinamente causada por la sociedad fue la de Santa Anna y que derivó en el Plan de Ayutla allá en 1854. Hablamos de más de 100 años. Hablar del Grito de Independencia bueno, podría ser el segundo ejemplo más popular.
Porfirio Díaz no renunció no por voluntad popular sino por decisión personal: Estaba enfermo, cansado. Él mismo se exilió.
La única renuncia que me parece realmente genuinamente causada por la sociedad fue la de Santa Anna y que derivó en el Plan de Ayutla allá en 1854. Hablamos de más de 100 años. Hablar del Grito de Independencia bueno, podría ser el segundo ejemplo más popular.
En la era moderna ningún otro Presidente ha renunciado ni por voluntad propia ni por presión social por una sencilla razón: Obsesión con el poder.
Aunque recientemente diversos movimientos ciudadanos apelan al artículo 39 Constitucional, el amparo "legal" del que todos los Presidentes (principalmente los corruptos) se sujetan está en la misma Constitución en el artículo 86 que establece lo siguiente:
“El cargo de Presidente de la República sólo es renunciable por causa grave, que calificará el Congreso de la Unión, ante el que se presentará la renuncia”.
Claro, como muchos otros artículos en nuestra Carta Magna, los huecos jurídicos abundan. Primero, porque no s específica qué se entiende por "causa grave".
Segundo (y la razón más importante y poderosa), porque la decisión REAL de la renuncia de un Presidente en México radica en el Congreso de la Unión (supuesto vocero del artículo 39).
De todos es conocido que cuando el Revolucionario Institucional volvió al poder, lo primero que hizo fue precisamente conquistar este espacio pues es la piedra angular de cualquier sustento legal en el país conforme nuestras propias Leyes.
Desde tiempos de la Revolución ha sido así: Quien domina en el Congreso, domina en el país. Más allá del discurso y la falsa democracia, el partido dominante en el Congreso hace y deshace (en nombre de la Ley y de México) usando a la misma Ley como escudo o espada según convenga.
Esta historia no es nueva ni exclusiva del Revolucionario Institucional. El PAN hizo exactamente lo mismo durante sus fallidos 12 años de poder. Y si el PRD llegara un día, haría exactamente lo mismo. Es más, cualquier otro candidato o partido tendría que jugar el mismo juego sin importar que tuviera la simpatía y apoyo de todo México.
Es feo y casi contradictorio decirlo pero en término de Leyes, no se trata de simpatías o voluntades sociales. Se trata de conceptos y una compleja maquinaría jurídica que termina casi siempre siendo en deterioro de la misma población. Es sabido porque el sistema "democrático" sobre el cual se fundaron nuestras sociedades capitalistas ha sido precisamente diseñado así: Para beneficiar a unos gatos en un mundo de ratones.
Y volviendo a los supuestos, si Peña Nieto aceptara renunciar o fuera obligado a renunciar:
1. Si aceptara renunciar. ¿En verdad creen que quisiera renunciar? Luego de los actos violentos provocados de nuevo el pasado 20 de noviembre es la segunda vez que el Presidente anuncia/amenaza con usar "toda la fuerza del Estado" para garantizar "el orden y la paz social". Espero equivocarme pero me parece una clara señal de alta resistencia y obsesión al poder que el Presidente, el Jefe de Gobierno del DF y el Rector de la Comunidad Universitaria se hayan alineado al mismo discurso que criminaliza la protesta social, justifica el uso indebido de la fuerza contra los manifestantes, no sanciona a las fuerzas públicas represoras, no actúa contra los grupos infiltrados y de provocadores pero eso sí: Usa de violencia cuando pide no ser violentos.
Disculpen pero esta película ya la vi precisamente en 1968. Me sorprende cómo la historia de México se repite de una manera tan evidente aunque con nuevos personajes y ligeras adaptaciones.
Díaz Ordáz era en si mismo el sistema. Díaz Ordáz era además, una extensión del sistema. Por ello, se aferró y se aferró al poder pasando encima de la voluntad de la nación.
Se convirtió en uno de los asesinos más cínicos de nuestra nación. Nunca pidió perdón aunque asumió públicamente todo el peso relacionado con la matanza de Tlatelolco.
Ordaz sentó las bases de un nuevo fenómeno político en México: Un Presidente es omnipotente en la Nación. Figura de semidios que puede dar vida o quitarla y nadie debe cuestionar sus razones y motivos. Tal obsesión con el poder
inlcuye que puedan matar, asesinar, destruir, reprimir y aplastar movimientos ciudadanos aun aceptando publicamente que lo han hecho y, gracias a los pactos de impunidad, salir inmunes.
La historia se repite pues el discurso es el mismo: "No toleraremos muestras de rechazo a nuestra forma de Gobierno, al orden establecido, al proyecto de Gobierno nuestro".
La justificación del uso de la violencia contra la sociedad estriba paradójicamente en un intento por mantener "la paz".
Pero no la paz de la sociedad civil. La obsesión con el poder es tal que no pueden disimular lo que realmente defienden: El sistema. Porque claro, ellos son, ellos representan al sistema.
Así como Ordáz se aferró incluso más al poder entre más lo rechazaban, así percibo al actual mandatario.
La pasión los hace tomar personalmente un asunto que no es sobre ellos como personas, sino un asunto que es sobre ellos como nación.
La sumisión total de Miguel Ángel Mancera al Partido Oficial solo fraguaba que la reconquista del D.F. había sido cuidadosamente planeada.
Mancera ha sido el caballo de Troya que se hizo pasar por Izquierdista pero que terminó siendo puesto justo por los mismos Perredistas en el Centro de Troya, la Capital.
Entonces, una madrugada, de su interior salieron ejércitos que convirtieron un supuesto regalo, en una terrible maldición.
Si Peña renuncia (más presionado por la opinión internacional que por la presión nacional), ¿quién se queda en su lugar? ¿Un nuevo o verdadero demócrata? ¿Alguien de la oposición?
No. Siendo honestos no. Como bien se señala, se quedaría otro ícono del sistema. Otro que también es símbolo y que es sostenido por incluso una escuela más radical y antigua del viejo priismo asociada al mismo Salinas: Mario Fabio Beltrones junto con Beatriz Paredes y el resto de la vieja escuela.
¿Y si Peña estuviera siendo objeto de un complot desde dentro y de una facción del propio sistema que lo sostiene? Ya sucedió con Roberto Madrazo. Porque el PRD no es el único que tiene varias castas compitiendo en su interior.
Que unos saben cómo disimular mejor sus diferencias, eso es otra cosa. Pero, no me hagan mucho caso. Eso solo ha sido una suposición teórica.
Por ello, aunque clamo por justicia en mi amado país y me uno al conteo de los 43 de Iguala (que también son símbolo de miles de otros desaparecidos y asesinados), yo no veo, en este contexto, lo útil de pedir la renuncia de Peña.
Quitar del poder a un Presidente por presión social sería una enorme victoria simbólica sin precedentes en el país. Eso me queda clarísimo. Sería uno de los triunfos más grandes de la verdadera democracia no de un Gobierno, sino de la sociedad Mexicana.
Sería una bofetada tal al sistema que, precisamente por eso, el sistema buscará a toda costa evitar. Así tenga que torcer leyes, violar leyes, crear leyes, extender leyes, violar, matar y destruir, el sistema no acepta atisbos de contravenir su autoridad. Será el complejo Díaz Ordáz: El Presidente no puede estar equivocado y así tenga que matarlos, le demostraré que no lo estoy.
Por ello han comenzado las represiones justo como en los 60 y 70. Detenciones arbitrarias, desaparecer gente, amenazar gente, infiltrar gente. Todo ello en nombre de la "paz" y "el orden social".
Es una dictadura en toda la extensión de la palabra que no acepta ciudadanos, solo quiere súbditos.
Si Peña renunciara voluntariamente (entrecomillado) no lo hará por sí mismo. Un sistema detrás de él asumirá el riesgo, el golpe y pondrán ante los ratones a otro gato. Tal vez más o menos determinante. Como sea, otro gato.
Seguiremos pagándole pensión vitalicia. ¿En serio lo habremos "despedido"?
Hasta donde sé, cuando una persona es despedida, le pagan un finiquito y nunca más vuelve a recibir un quinto de la empresa.
Con los presidentes de México no sucede igual. No se les despide nunca. Son como una exesposa. Nos divorciamos emocional y legalmente pero aun así, hay que pasarle pensión por los hijos creados.
De nuevo, el sistema protegiendo al propio sistema.
El nuevo gato podría ser un gato expiatorio: Consumaría la venganza que el actual no pudo completar. No importa que solo goce del poder un par de días.
Luego, se le removería de nuevo, se le condenaría y se expiarían en él tantos temores y tantas deudas pendientes.
Pero, otro gato o un par de gatos limpios, buenos y bonachones serían puestos en su lugar para calmar los ánimos.
No, no son escenarios conspiranóicos. Es lo que leo en la historia de nuestro pasado.
2. Si no renuncia. Mucho me temo que esté próxima una gran nueva represión que manche de más sangre la ya ensangrentada tierra nuestra.
Aunque muchos creen que no sería posible un nuevo Tlatelolco, la verdad es que ya estamos de hecho en medio de otro Tlatelolco.
Ya hay guantes blancos, ya hay francotiradores apostados en lo alto de edificios, ya hay camiones rodeando la plaza, ya hay líderes sociales comprados o amedrentados.
La puerta de la ENP ya fue violentada de nuevo. La gente ya ha tomado las calles cansada de nuevo de la impunidad, la indiferencia y la represión.
Lo único que parece que falta es la caída de las bengalas. Entonces, una nueva sombra podría estar por escribirse en la historia de nuestra nación.
Volveremos a ser historia en un capítulo más, se nos dedicará un día especial, los libros harán mención del trágico día, nuevos presidentes jurando que “ahora sí” ya nunca más volverá a pasar algo igual, etc. Pasarán otros 46 años para que una nueva generación piense que tal vez esta vez sí será posible lograr lo que los de antes no pudieron.
Sé que suena trágico y hasta pesimista. No digo que lo que un creciente sector de la sociedad está y estamos haciendo no valga la pena. No digo que todo es en vano. El mismo ejército Zapatista envió una carta a los padres de los 43 y les hizo una serie de observaciones francas, crudas y al mismo tiempo consolantes, de fraternidad. El EZLN menciona acertadamente que tarde que temprano el cristal se va a romper de nuevo. No es pesimismo. No es resignación. Se llama madurez, experiencia, ojos atentos al pasado y el futuro. Es una ley física de hecho. Ningún objeto puede resistir una presión mayor a su propio volumen. Nadie quiere que las cosas salgan mal. Pero en cualquier momento de presión y resistencia siempre hay un punto de quiebre, hay un punto de confrontación. Un tiempo donde tenemos que enfrentar a nuestros temores y demonios personales y colectivos. Un tiempo donde el cambio nos reta a nosotros mismos y en el intento muchas cosas (a veces personas) tienen que morir. Muchas comodidades tienen que irse. Muchos privilegios tienen que soltarse. No existe lucha en este mundo sin una cantidad exacta de dolor, de muerte.
Y lo que parece un discurso solo para el pueblo, en realidad también lo es para la clase Gobernante. El día que todos esos políticos corruptos, flojos, demagogos y obstinados con el poder y el dinero se vean a sí mismos ante el espejo de su propia humanidad sabrán que su adhesión al sistema que ven como padre, protector, cómplice y fuente de seguridad no es sino una masa pegajosa, un hoyo negro que termina consumiendo todo a su alrededor. Habrán vendido y comprado su alma con apoyo de empresarios sin escrúpulos que comercializan de ser necesario con sus propias familias. Porque aunque creen que engañan al destino enviando fuera del país a sus hijos y esposas en un gesto de desprecio a la tierra que precisamente explotan, olvidan que el destino no sabe ser engañado. Todo lo que sembramos, terminamos cosechando. Y esa ola cósmica y universal no conoce límites de tiempo y distancias. Alcanza hasta la tercera y cuarta generación. El que a hierro mata, a hierro muere. Directamente o a través de su familia y descendencia. Es una ley universal para todos.
Así que, entre más nos tardemos todos (ciudadanos, gobernantes, empresarios y hasta narcos) en querer el bien común, más fuerte y asfixiante será para todos el peso de nuestros egos. La muerte física, espiritual, mental y emocional. La muerte pues en general y en toda su esencia no teme a ninguna AK-47, no se deslumbra de ningún contrato millonario en Euros o Dólares. La muerte no sabe de misericordias ni puestos ni posiciones jerárquicas. Entre más nos aferremos a nuestros egos pensando solo en nosotros mismos, lo que nos conviene, lo que queremos, lo que creemos que necesitamos, más nos apretará, más nos dominará justo aquello que creemos dominar.
Todos los Mexicanos (incluso los más malvados) debemos ceder y abandonar nuestros miedos y egos para hacer precisamente de este país lo que todos anhelamos desde dentro de nuestros corazones. Lo anhelamos porque en el fondo sabemos que es posible. Sabemos que todos podemos hacer lo que nos gusta y hacerlo bien. Hacerlo recibiendo un pago justo por ello. Sabemos que podemos vivir en paz y armonía por estúpido y utópico que suene. Sabemos que podemos tener toda la riqueza del mundo en nuestras manos sin necesidad de robarle al otro porque donde hay verdadera abundancia el robo, la mentira y la avaricia son vanos, innecesarios. Unirnos no solo cuando hay futbol y entonces si, cerrar calles y causar tráfico no está mal. "Es una celebración nacional".
Volví recientemente de la marcha del 20 de noviembre y vi dos Mexicos tan pero tan diferentes. Mientras marché a lado de todas esas personas por Reforma y luego en el Zócalo estuve a lado de personas que creen, que anhelan, que sienten, que desean un cambio en al país. Estuve a lado de personas cansadas de llorar, cansadas de buscar a sus desaparecidos. Estuve a lado de ancianos cansados de un México súbdito. Estuve a lado de jóvenes que no quieren terminar siendo súbditos. Estuve a lado de madres que siguen buscando a sus hijos porque las autoridades ya se cansaron de hacerlo. Estuve a lado de Mexicanos que no son violentos, solo están tristes, enojados, cansados.
Y luego, al salir de esa zona, veo al otro México que permanece impávido como una pieza más del engranaje. Fue como haber estado en un lindo parque lleno de flores, ríos y pastos verdes y luego entrar a una fábrica de ensamble automatizada. Oír el sonido de los vagoneros en el metro violando la ley ante el silencio de las autoridades mientras ofrecen productos de fayuca, robados y piratas. Ver el metro Pantitilán convertido de nuevo en un mercado ambulante ante la complacencia de las mismas autoridades. Peor aún: Ver a los ciudadanos comprarles sus productos piratas, comprarles unas papitas sin recordar que esos vendedores no pagan pasaje a costa suya. Prácticamente, alimentando a su violador.
Ver a los “ricos” de Polanco indiferentes concentrados en otra cosa que no sea producir dinero, dinero, dinero. Llenando los antros, los bares fashion de la zona sin pensar en nada más que llevarse a la cama a la chica, al chico. Estacionando sus autos en doble fila arbitraria y violando la ley aventando el auto, yendo en sentido contrario, fingiendo no ver al transeúnte, gastando y gastando mientras piensa en cómo se va ir de vacaciones a Europa, a Paris igualmente despreciando la tierra de la que reniegan, a la que maldicen pero de la que obtienen ganancia y obtienen placer.
Siendo honestos, muy honestos con nosotros mismo y nuestro espíritu. No es un Presidente el que tiene que renunciar para que el cambio real suceda en México. Es nuestro ego. Es nuestra indiferencia. Es nuestra envidia. Lo que tiene que renunciar para que las cosas realmente sucedan es nuestra sed de ser más que el otro. Tenemos que renunciar a nuestra jodida indiferencia a los problemas del otro. Tenemos que renunciar al deseo de llegar al poder solo para satisfacernos a nosotros mismos y a los que llamamos familia, amigos y compadres. Tenemos que renunciar al deseo insano de querer tener poder y una posición a cambio de la muerte, del sufrimiento, de la extinción del otro. Tenemos que renunciar al miedo de hacer lo correcto solo porque es más pesado, más cansado, más largo o más incómodo. Tenemos que renunciar a nuestro insano deseo de tomar atajos, de hacer las cosas chuecas, de comprar basura porque nos la venden más barata. Tenemos que renunciar cada día a la efímera satisfacción de placer inmediato que hace de nuestros hijos e hijas consumidores zombies, objetos de una pasarela comercial que les extrae la mente, el cuerpo, el espíritu, su valor, su identidad. Tenemos que renunciar a tener una tele en el centro de nuestras salas familiares en aras del entretenimiento y la diversión. Tenemos que renunciar a consumir ciertos contenidos visuales que son basura, que son nada, que solo despiertan nuestras más básicas pasiones y nos invitan a responder a los instintos. Tenemos que renunciar a nosotros mismos que es la parte más dolorosa de todo este proceso y darnos la oportunidad de servir y no solamente ser servidos.
¿Por qué creemos que sin un Presidente nuestro país caería en caos? Ya vimos que no es así. El 19 de septiembre de 1985 un terremoto nos recordó que la Nación no era un Presidente. Mientras él y sus gabinetes estaban en shock sentados pensando qué hacer, la nación, el pueblo se organizó solito y sin discursos. El propio pueblo rescató a sus heridos, desenterró a sus muertos, reconstruyó su país.
¿Por qué creemos que la renuncia de un Presidente en un solo día hará mágicamente lo que nos corresponde hacer a todos en el día a día? No por sumiso o idiota pero yo no creo que la renuncia de Peña cambie al país. Y si Obrador fuera el Presidente o si Fox lo fuera de nuevo tampoco lo creería. Yo soy México. No un Presidente. Yo soy el verdadero Gobierno de mi propia vida, de mi propia esencia Mexicana. No me importa que renuncien. Me importa que hagan lo que tienen que hacer. Me importa que castiguen al culpable. Me importa que den resultados. ¿Y si no lo hacen? ¿Y si es evidente que no lo hacen ni lo harán? ¿Esperamos entados hasta que lo hagan? No. Definitivamente no. Solo quiero estar consciente de que enfrentarlos, de enfrentar de frente a un sistema incompetente, corrupto y obstinado con el poder no será sin consecuencias. No será sin que algunos tengan que morir. Ningún cambio en la vida está ausente de dolor y renuncia.
Creeré que la renuncia de un Presidente puede ser apenas el detonador de un gran cambio cuando, como ahora, hemos llegado al tope de los límites y entonces todos, o al menos una gran mayoría estemos completamente dispuestos a morir en el intento. ¿Lo estamos ya?
Si no nos mata la delincuencia, el corrupto sistema lo hará.
Si no nos empobrece el crimen organizado, varios políticos lo harán.
¿Estamos realmente listos para participar cada día, cada semana, cada mes y cada año pese al esfuerzo y las luchas que seguramente vendrán? ¿Estamos plenos de que veremos morir o llorar a muchos de entre nosotros en el lapso? ¿Estamos convencidos de que no renunciaremos aunque la resistencia del sistema sea agresiva, cruel, aplastante, mentirosa y vulgar? ¿Estaremos dispuestos a perder empleos, trabajos, ser tachados de locos y obstinados, de rebeldes e inadaptados por no caminar donde tropiezan los demás? Sea que armada o cultural, la nueva revolución Mexicana no es imposible aunque tampoco fácil será. Tomará tiempo. Tomará recursos. Caerá mucha gente inútil. Otra muy valiosa también. O le entramos y le entramos cada mañana y a cada momento o nos abandonamos en la queja, en el llanto, en el lamento eterno, en nuestra pereza interna, en el miedo conformista del “ahí para la otra” y habremos perdido en ese momento todo por miedo de dejar de ser “normal”.
Vamos renunciando todos. Órale, que renuncie el Presidente. La idea vamos a apoyar. Pero al mismo tiempo yo renuncio a ser un mediocre quejumbroso y egoísta para convertirme en un poderoso, real y continuo Mexicano y no otra cosa más.
Porque si ahorita nos unimos solo de manera emocional y reactiva al grito de los enemigos políticos de unos que ven este momento como algo crucial para sus fines personales e intereses, entonces acabaremos desempleados nosotros como ciudadanos.
Porque si ahorita solo queremos la renuncia de un Presidente pero no estamos dispuestos a despojarnos de nosotros mismos con todas nuestras obligaciones y derechos ciudadanos entonces solo estamos como las parejas lastimadas que se quieren divorciar por razones puramente sentimentales pero no racionales ni cabales.
Porque si pedimos la renuncia de un Presidente al que proyectamos parte de nuestros temores y rechazos pero vamos a seguir comprando pirata, consumiendo a vagoneros, robándonos el internet del vecino, adulterando el taxímetro, aventándole el auto al transeúnte, evadiendo impuestos, tolerando franeleros, llegando tarde a nuestros empleos o robando papelería o materiales diversos, consumiendo TV a la vez que la criticamos, pasándonos los altos, dando vueltas prohibidas en cruceros, trucando nuestras pesas y balanzas para cobrar más y ofrecer menos, y toda esa serie de corruptelas propias que cada uno conocemos entonces, renunciemos pero todos.
Y no por ello, dejaremos de marchar, de salir a las calles, de clamar principalmente (al menos es lo que yo hago) más que la renuncia de un Presidente, clamar por JUSTICIA, ya.
Si es así, va. ¡Renuncio! Con o sin. Lo haga o no lo haga un Presidente he renunciado ya. Estoy dispuesto a ser un Mexicano de verdad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario